Cada sesión de recién nacido que hago es un reto. Y aunque a priori se puede llegar a pensar que son fotos fáciles de hacer, no es así. Para poder tener variedad en las poses, los bebés han de estar dormidos. Sin duda es la forma más fácil para poder posarlos en la forma que uno desea. Y los mejores días son los primeros: de 5 a 10 como mucho. A algunos bebés con hasta 15 días, si son tranquilos, puede ser que aún no les moleste mucho que les estés tocando y moviendo constantemente y mantengan un sueño profundo durante la mayor parte de la sesión, pero no suele ser lo más común.
Esta niña tan bonita de tan sólo 10 días, estuvo dormidita casi la totalidad de la sesión de fotos. En las últimas que hicimos, más íntimas con toda la familia, estuvo despierta, lo cual tampoco está mal para poder tener unas fotos más naturales y menos posadas.
Intento que estas sesiones no duren mucho más de dos horas, si bien los bebés se acaban cansando, los papás también, y es mejor intentar hacer todas las fotos durante la primera hora y media como mucho.
También es cierto que entre medio hubo un cambio de pañal, hubo momentos para comer y relajarse y así vuelta a empezar con las poses.
Intento que las sesiones de fotos tengan un resultado final variado: una parte de la sesión se centra en el bebé y en cómo realizar una pose concreta y otra intenta capturar momentos reales donde hay que limpiar culitos o tomar el pecho. Creo que así el recuerdo es más fiel a cómo se siente tener un bebé de pocos días de vida en casa: ¡tranquilidad y momentos de no parar a la vez!
Sin más os dejo con una selección de esta preciosidad. ¡Espero que se os caiga la baba tanto como a mí!