Este otoño ha sido una vorágine fotográfica para muchos. La pandemia ha hecho que todo se parara. Sin embargo, a medida que la cosa ha mejorado un poco, muchas personas han querido tener un bonito recuerdo en forma de fotos con sus seres queridos.
Este ha sido el caso de Ivan y Anna, que quisieron guardar en la memoria una bonita tarde en el Torrent dels Alous, cerca de Sant Cugat del Vallès, con su hijo pequeño. El tiempo fue benévolo y la tarde apacible a pesar de estar ya a mediados de noviembre.
El ocre de los árboles creó un precioso fondo y las hojas caídas nos permitieron jugar y pasar una divertida tarde todos juntos en el bosque, rodeados de naturaleza y tranquilidad. Jugando con contraluces y con reflejos, tras un par de horas de sesión, el resultado final es de casi 200 fotos que he entregado íntegramente a mis clientes.
No hago escoger nunca a nadie, ¿para qué? El trabajo está hecho. Me parece injusto enseñar una galería terminada y decirles que sólo pueden elegir 20, 30 o 40 fotos. Y que si las quieren todas deben pagar más. Mi filosofía es esta: mis clientes me pagan por estar un rato juntos, tomar las mejores fotografías de ellos y después entregar el trabajo. Ese es el único tipo de sesión que tengo. No miro el reloj. No cuento fotos. El coste es fijo.
Si estás buscando una fotógrafa que te proponga una sesión de un par de horas y recibes a cambio todas las fotos buenas de la sesión a máxima resolución, ¡déjame decirte que ya la has encontrado! Pásate por mi apartado de tarifas donde te cuento más.
Y aquí te dejo con una breve selección de fotos de esa tarde (¡Pst! Como puedes ver, si me pides que mantenga vuestra privacidad así lo haré siempre y esto no te va a costar nada extra ;-)).