Lo cierto es que siempre he sentido una cierta atracción por las formas espectaculares que pueden tomar las nubes en el cielo. Me encantan esos días despejados en los que las nubes se arremolinan individualmente como si fueran una manada de borreguitos blancos contra un cielo azul intenso. Me quedo embobada cuando se mueven muy deprisa por el viento, que parece que lleguen tarde a algún sitio. Me gustan esos cielos que anuncian tormenta cuando las nubes se tiñen casi de negro y desde casa no veo la torre de Collserola ni el Tibidabo. Esos mismos cielos, que si confirman ese augurio de tormenta, a veces me obsequian con momentos perfectos para capturar algunos rayos espectaculares.
Especialmente me atrae el hecho de poder ver los rayos del sol a través de tupidas mantas de nubes en el cielo. También esas largas tardes de verano en las que el sol incide en ese ángulo perfecto para dar un tono de ensueño a las nubes.
Poder ver todo eso es espectacular, fotografiarlo y poder captar lo mismo que estás viendo es otro tema que me ha llevado un tiempo descubrir: saber en qué punto de la nube es mejor medir la luz y cuál es la mejor manera para medir, intentar visualizar qué nubes son más interesantes, cómo encuadrar para hacer la foto interesante… Si bien son conceptos que se aplican a cualquier tipo de fotografía que quieras hacer, en cuanto a poder obtener detalles en las nubes es un proceso que es necesario realizar repetidamente para poder aprender de los errores.
Después de experimentar y observar sobreexposiciones en las altas luces con la consecuente pérdida de detalle en esa zona, mediciones incorrectas que producen fotos poco contrastadas cuando el manto de nubes es homogéneo, ediciones a posteriori que no hacen destacar a las nubes como deberían, entre otras cosas; he aprendido a utilizar correctamente los modos de medición y establecerlo en puntual para fotos concretas de nubes. Jugar con la compensación de la exposición sabiendo cuándo ha de estar un paso por encima o por debajo de lo que nos indica la cámara (a veces hay que llevarle la contraria a la cámara y no dejarse llevar por ese punto central tan atrayente). Edición dedicada por zonas, prestando especial atención a las altas luces y a las sombras, contrastando allí donde nuestra vista se ha de concentrar y dando más intensidad a esos maravillosos colores que tienen los atardeceres y que parece que esa foto salida de la cámara (a veces algo más plana) no los haya podido capturar.
En este post singular he querido incluir unas fotos de nubes que tienen un poco de esto último: color intenso. Mi preferida es la primera, esa que parece una llamarada que está ascendiendo por el bloque de pisos. Es la que quizás tenga menos retoque en este sentido, pues ese tono dorado era tan intenso en el momento de hacer la foto como se puede apreciar ahora.
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